domingo, 18 de noviembre de 2018

LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ

El exmagistrado del Tribunal Administrativo de Antioquia, exconsejero de Estado, Catedrático de varias Universidades del País, autor de varias obras de Derecho, en especial sobre el Derecho Procesal Administrativo y sobre la Contratación Estatal, Doctor Juan Ángel Palacio Hincapié, me honra al manifestarme haberme leído en la columna de " Lo que el viento se llevó", este ilustre bellanita viene escribiendo obras literarias , las cuales son de mi agrado y de facilidad para recomendar su lectura, vemos en " La Hora Esperada" un número de narraciones muy acordes con las vivencias de la sociedad actual y, no menos diciente es su obra " El Último Domingo" sobre hechos que seguramente le inspiró el hecho de conocer muy bien su municipio de Bello. Realmente existen diferencias de un domingo en los municipios del Área Metropolitana a los domingos de los municipios un poco retirados de la capital del departamento, como son Yolombó, Cisneros,Yalí, Remedios, Etc.

Les hablo de un domingo en Yolombó en la década sesenta al setenta, en mi pueblo después de cumplir el mandato del tercer mandamiento de la Santa Iglesia, para ello acudíamos en fila y uniformados los diferentes alumnos de los establecimientos educativos. La formación machista hacía que los " hombres " tanto jóvenes como niños ocupáramos las naves izquierda para los liceístas y la derecha para los escolares, unos y otros de pie; las" mujeres" normalistas como escolares sentadas, como deben ser. La misa era de larga duración, no rebajaba de la hora y terminaba a las ocho de la mañana; no faltaba el desplome de algún estudiante, no resistía y se mareaba; una vez terminada la celebración nos dispersábamos en el atrio, muchos a tomar " perico" con parva donde Carlos Giraldo o Emilio Ochoa, cafeterías debajo del atrio parroquial.

Ya se veía la mulada cargada de panela con sus arrieros al frente de los depósitos donde las descargában, allí se veían los depósitos de Luis Felipe Duque, Juan Manuel González y ya a comienzos de los setenta a los Barreras, igualmente se veía a " Colorado ", hombre fuerte y guapo al igual que los Agudelo cargando los camiones con el producto y que luego serían llevados para Medellín. La congestión en estos depósitos llamaba la atención por concurrir compradores, arrieros, cargadores, mulas, transeúntes, carros y bulla y más bulla, en el piso hojas secas de plátano donde envolvían la panela y que se escapaban de sus bultos. Dentro de los vendedores se observa a Nicolás Osorio de su molienda o máquina " La Vega"; Celmira Vélez de La Mascota; los Barreneche del Ingenio, Carlos Cañas de La Reina; Arnoldo Cano con su poncho al hombro de la estancia de La Floresta, recuerdos de " Chicuelo "; Fabio Osorio de La Marquesa; Fernando " Tocayo" Martínez de Cachumbal; Ricardo Montoya de Barro Blanco; Alfonso Cortés de Pocoró; los Bustamante de Pantanillo; Alfonso ........de Barro Blanco; Jesús Zuluaica del Rubí; Pepe Gómez de La Gergona; León Londoño de La Luz; Bernardo Valencia del Cedro; Manuel Vélez o Sofía Gómez - de la Verduga no acepto madrazos amigo Manuel- y tanta y tanta gente buena, ya que Yolombó, además de producir panela, cuenta con lo mejor que es su gente igualmente buena.

Ya en la plaza de mercado se observaban los vendedores todos listos para ofrecer sus productos, los carniceros en sus puestos, los campesinos con sus costales exhibiendo los resultados de sus cultivos : plátanos, yucas, cebolla, tomates, las frutas y frutos de las parcelas, los fríjoles tanto verdes como secos, maíz y todo aquello que nuestra gente humilde de las veredas traía en sus bestias para alimentar al pueblo. En la parte de adentro de la plaza de mercado se encontraban las cómodas, las cuales aumentarían sus ventas comparadas con la semana. En el primer piso atendían unas mujeres incansables quienes después de preparar la morcilla, chorizos, natilla, platos de mondongo en la noche anterior, estaban prestas en atender a sus comensales, en especial los campesinos, con los antojos por la variedad de comidas. Todas ellas permanecen en mi recuerdo y mi corazón por todo lo que han hecho para que mi Yolombó sea siempre grande, como es grande la nostalgia que nos da al recordarlas.

Cómo no recordar los toldos de José María Zuluaga " Gallo " con sus juguetes y fantasías; igualmente inolvidable el toldo de " Mi Rey ", hombre dicharachero, gozador, encantador de serpientes, amigo de todo el mundo, gozador como el que más, irradiaba alegría, conversador incomparable, el hombre que le ofrecía a su clientela cusumbos, los cuales no los podía entregar de inmediato por encontrase en camino de Sofía hacia Yolombó; dentro la lista de sus cacharros , cachivaches , estaba el mentol chino al cual le daba propiedades exóticas.

Un día domingo apreciado, amigo Juan Ángel, en Yolombó es diferente al de Bello, ya que allí vas a encontrar gran cantidad de negocios cerrados , algo de soledad y centros comerciales y súper mercados apropiándose de los compradores.

En Yolombó, para la década indicada, las tiendas del " Mono Gómez " y Alicia Ramírez; la de Aristóbulo García; Antonio Jaramillo; Ernesto Alzate; Julio Rúa; Ramírez Hermanos; La de los Hermanos Meneses; Efraín Cardona; Alberto Orrego; Octavio Romero; Placido Tobón; Alberto Orrego; Arístides Castro, y otras y otras más ya se veían prestas en atender a sus clientes con lista en mano para completar el mercado dominical. Las tiendas son muy parecidas, las diferencian la capacidad económica que puedan tener el tendero y que además coinciden con los graneros o tiendas de otros municipios, así nos lo hace ver el folclorista Agustín Jaramillo Londoño, al entrar a la tienda lo primero que se observa es el gato sentado en uno de los bultos a desempacar, no faltaba la barra de salchichón colgada , luego se observa el ventero dentro del mostrador donde atiende y vigila que los dueños de lo ajeno no se hagan préstamos inconsultos ya que de las paredes del negocio penden lazos, clavos y alambres donde exhiben las mercancías, como los coladores, cedazos, manilas , herraduras, jíqueras, machetes, vainas para éstos, el beque, una que otra olla, el perol, la jarra de aluminio; además está la balanza con su respectivo juego de pesas, al lado se encuentra la cuartilla, la pucha y sus rayas; un embudo para vaciar líquidos y otro para empacar azúcar, harina, sal y arroz en las bolsas de papel, por lo general de a libra. En los entrepaños de la tienda hay paquetes de velas, jabón en barras, latas de sardina, salmón, salchichas; igualmente había espacio para los paquetes de café, bombillos, tabacos, cigarrillos, chocolate en paquetes o en bolitas; así mismo los tacos de galletas, rollos de papel higiénico, tarros de galletas Macarena y deditos. Recuerde que la manteca la vendían sacando de una lata grande y que lo hacían con una cuchara de palo para luego pesarla; en la pared pendía de un clavo el manojo de escobas y trapeadoras, al igual que las bases del azadón, pica, hacha, las que eran encabadas para labores del campo y allí mismo se conseguía la barra para cavar y otros elementos de trabajo. 

Voy a ser muy sincero, tenía en mente contarles anécdotas de un domingo en Yolombó, me antojaba hablar de la música que se escuchaba, las peleas en "EL Hoyo", " La Espiga" llamado para la época " Puerto Machete ", en El Barrio o zona de tolerancia; el calentamiento en "El Canalón " y muchas otras pendejadas. Pero resulta que tengo un nudo en la garganta que quiero desatar y es lo concerniente con la precisamente con la plaza de mercado de Yolombó.

Como yolombino miro de muy buenos ojos el proyecto que tiene la Administración Municipal y que tiene que ver con demolición del vetusto edificio donde " funciona" la plaza de mercado y el Hotel de Turismo " La Marquesa ", el cual no es hotel y mucho menos de turismo. es innegable que la construcción actual amenaza ruinas y que el espacio que ocupa es muy generoso para lo que tiene en mente el Señor Alcalde Amador Pérez, una ubicación inmejorable que le puede dar vida al pueblo y, en especial a la plaza principal; bien se lo dijo el Señor Gobernador Luis Pérez, pensar en construir el Centro Comercial La Marquesa es pensar en grande, y grande es soñar con un Centro Comercial que puede solucionar la movilidad en la plaza y calles céntricas , ya que de seguro contaría con parqueadero en el sótano para un gran número de vehículos, hecho éste que permitiría a los turistas y a los que descansan en sus fincas o parcelas hacer las compras en el pueblo, visitar los amigos, proveerse de los artículos requeridos para la estadía; es decir un mayor comercio.

Pensar en un centro comercial es pensar en unos lugares agradables, donde encuentra los puestos de venta especializados, la zona de carnes es de carnes, las de legumbres es de legumbres, etc. vamos a encontrar las cafeterías, los sitios de confort , lugares de recreación y ventajas mil propias de los desarrollos culturales, sociales y económicos; no podemos ser ajenos los yolombinos con lo que está ocurriendo en los pueblos más desarrollados.

Es en serio, no puedo creer que exista oposición a la obra por hacerle oposición al Señor Alcalde, la oposición se la están haciendo a mi Yolombó del alma, invito a los Señores Concejales yolombinos de todos los partidos, a las asociaciones cívicas, a los de la Sociedad de Mejoras Públicas, al pueblo de Yolombó en general, para que lejos de mezquindades y de egoísmos, sin miramientos políticos apoyemos al unísono a la Administración Municipal de Yolombó para que lleve a feliz término una obra que nos hace crecer y que todos , no importa donde nos encontremos, tengamos otra razón en nombrar a Yolombó con orgullo. A los convencidos que todo es política y todo vale, créanme que se equivocan con oponerse a la ejecución de la obra, la razón: El Señor Alcalde tiene ofrecimiento muy grande de colaboración por parte del Señor Gobernador, el propósito del Alcalde es construir un Centro Comercial con aportes gubernamentales y en una menor cuantía con recursos propios del Municipio, el terreno existe y debe demolerse; el no hacerse la obra tiene unos responsables, aquellos que se oponen al progreso y, el Alcalde no pierde ya que hizo lo propio en su deber ser.

Jairo A. Gallego Berrío
jairoalfonsogallego@hotmail.com

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