sábado, 3 de noviembre de 2018

LA VIDA DE PERRO LA LLEVA EL AMO


Congratulaciones para quien haya tenido la osadía de comprar como mascota un perro. Y no es broma, pues quien posea uno, conoce de sobra la paciencia que se requiere para aguantar, fuera de la consorte, los hijos, la dama del servicio y los timbres de los celulares, un lanoso de mirar indefinido que nos vigila y nos sigue como estampilla adherida a un sobre, que obedece cuando le conviene , que riega pelos por todos los rincones de la residencia,  que rastrilla sus colmillos contra las patas de las mesas y carcome las sillas de la sala, como si fuera comején en celo, mientras el propietario se toma la cabeza con las manos para  no explotar como cohete navideño, se encomienda a san Roque, santo varón francés patrono de los cánidos, quien era propietario de llagas tan profundas, que solo estos benévolos cuadrúpedos se atrevían a lamer.

Algunas zalamerías o gracias que el vulgo llama inteligencia y que hacen desvariar a los propietarios que circulan las calles pegados a una correa, arrastrados por un galgo que hala sin misericordia y que acerca el hocico al suelo, buscando lo que otro perro si ha perdido y cuando olfatean el glamuroso aroma que otros de su misma especie van dejando, se apoya en sus patas traseras, soltando lo que el amarrete de su dueño le ha proporcionado de almuerzo. Éste, apenadísimo con los transeúntes, le dirige la palabra, pero el can ni se da por enterado. Desenrolla su bolsita negra y guarda el “regalo” para tirarlo un par de cuadras más arriba. Eso se llama ser educado.

¿Quién diablos nos acomodó el cuento de que el perro es el mejor amigo del hombre? Desveladas y profundas investigaciones dejan saber que un morador de Missouri, pueblo de USA, en 1870, le propinó una paliza al gozque de su vecino, enviándolo de una para el cielo canino, ese que según el Corriere Della Sera, dijo de Francisco el papa que “estaba abierto para todas las criaturas de Dios”. Demandado el “perricida”, alegó defensa propia, cuento que no convenció ni al jurado, ni al defensor, abogado George Graham Vest, quien se fajó un discurso sobre la amistad tan elocuente, que puso a lagrimiar a todos los gringuitos, pues calificó a los lanosos, como “el mejor amigo que uno pueda tener”. Ganó el pleito, multaron al intolerante y esa frasecita tan humilde, entró a la posteridad, dejando de plano en mejores condiciones a los canes que a sus dueños. Y pensar que llevo decenas de años haciendo frases memorables y nadie me ha parado bolas. ¡Qué injusticia!

No hay una historia siquiera simple para narrar sobre la aparición del perro. Hace diez mil o doce mil años vagaba solitario como chacal o lobo y alguna tarde se encontró con otro animal bastante raro para él, que caminaba en dos patas. Se conocieron, medio se gustaron y he ahí un idilio que todavía perdura. Los analistas consideran que fue el cuadrúpedo el que sintió comodidad al lado del humano, por su buen trato. El resto, comer, ladrar y multiplicarse. Vale la pena detallar que entre los perros, como entre los hombres, también hay castas. Los hay guías, de caza, de agua, boyeros, de rescate y finos de adorno, con peluquero y “perriquiur”, pero  simultáneamente pobres, de “mala familia”,  langarutos, flacuchentos y habitantes de la calle.

En honor a la verdad, hay algunos perritos pispitos y hasta graciosos que se los tiran con sus moños bobalicones o pañoletas que algunos les acomodan. Por favor, nada de loberías. Mejor, fájese estos sabios consejos, si quiere curarse de la “ perropendejomanía”, que consiste en creer que su animalejo bajó directamente del cielo a iluminar su vida :

  • No compre perros finos, pues es anormal tener en casa animales de más buena familia que uno.
  • Si lo tiene, acostúmbrelo a vivir con su sueldo. No le haga comidas especiales, para que los niños no se coman las sobras.
  • Prohíbale “regar” el jardín del vecino. Compre un poste y acondiciónelo en un rincón de su patio.
  • Amárrelo de noche. Eso evitará que le destroce la pantorrilla a algún amigo de lo ajeno, que lo pretenda visitar sin aviso.
  • Forre sillas, nevera y equipo de sonido en plástico grueso. Quedarán pasados de moda, pero servirá para que no tenga que cambiarlos cada seis meses. Además para que su animal no se vaya a lastimar un dientecito. 

Si lo anterior no lo ayuda y usted se encuentra a punto de volverse a vivir con su mami querida, lo mejor es regalarle su mascota a la suegra, pero si le da pesar ponerla a sufrir en vida (a la mascota, no a la suegra), deje el portón abierto, que algún considerado bus se encargará de probarle que la vida de perro, siempre la lleva el amo. 

Orlando Buitrago López “Amigos Creativos”, Biblioteca Pública La Floresta, Medellín.

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