viernes, 2 de noviembre de 2018

25 AÑOS

La fiesta se armó con todas las de la ley, con una solemne misa de revestidos donde se suponía volveríamos a casarnos, nuestros hijos como pajecillos vestidos de satín verde y azul, corbatín, mangas largas terminadas enresortadas, pantalón a media pierna amarrado con moños y medias blancas que cubrirían unos hermosos zapatos de charol. Cantos conmovedores: la Marcha Nupcial, Amigo, el Canto de la Alegría y la Cuchilla. Las damas de honor era una corte formada por todas sus hermanas y amigas de rosado y vestidos hasta los pies y velos que ocultaran su alegría al convencerse que definitivamente no la tendrán mas en su casa, la contraparte formada por mis hermanos acongojados porque ven desaparecer la oportunidad de tenerme en la casa de Aranjuez. Fotógrafo moliendo flashes a lo loco y un desesperante y desesperado camarógrafo haciendo un video de 2 horas, con el cual se atormentarían las visitas aburridoras y que nunca será visto en su totalidad (ni los álbunes de fotos) por nadie. La novia de vestido escotado, cola de 3 metros y ramo de azahar, el novio de frac.

La parranda nocturna comprendía papayera con los más variados ritmos: vallenatos, boleros, Novia Mía, rancheras, Mujeres Bonitas, Casas Viejas, en fin, todo aquello que produzca alegría, lágrimas, moquiadera, abrazos, agradecimientos y ese sin fin de manifestaciones del espíritu que aparecen en estos momentos, productos del regocijo o de los tragos. (Cuando van por el tercero, se comienzan a armar paseos, que claro, nunca se llevan a cabo).

Los regalos no fueron muchos, pero si variados, me dejaron anonadado y perplejo; de algunos aún no sé qué opinar.

Parece que para ese cuento no he gozado de mucha suerte, o si no, recordemos los regalos del Niño Dios, los de mi madre en los cumpleaños (un par de medias y unos calzoncillos), los de mi mujer cuando regreso de un paseo (un bastón) y los de la misma señora en un diciembre (Unas hermosas y útiles lámparas).

Pues ahora los hijos nos regalaron un frondoso arreglo floral de las más variadas especies: orquídeas, aves del paraíso, follaje, una tarjeta hermosa que reposará en un álbum destinado para ello, una mariposa de plástico de vistosos colores y otras finas y exóticas flores entre los cuales figuran unos anturios rojizos, rozagantes, con unos pistilos largos, majos, tiesos y arrogantes que parecen una indirecta a mí ya cansado aparato reproductor (me tienen avergonzado). Las muchachas (hermanas de misá Marta) nos regalaron otro ramo de lirios rosados encantador. La abuela nos envió un chaleco granate hecho con sus laboriosas manos –croché?- que usara misia mientras yo pienso para que me sería útil. Y nos encimaron unos tarros hermosos como de porcelana como para guardar maricaitas en la cocina ????.

Estoy decidido a no volver a celebrar nada, pues a punta de regalos me van a mariquiar.

Todo este cuento es para celebrar (¿) que llevo 25 años de casado…. Y con la misma!, tiempo durante el cual no hemos tenido ni un si ni un no; NO NOS HABLAMOS!! Y que han transcurrido como si nada, hemos podido formar una familia sin sobresaltos, de la cual me siento orgulloso y también espero que quienes la conforman por lo menos se sientan satisfechos. 

Lo de la misa y la fiesta no se llevo a cabo, pues no veo razón para casarme nuevamente y menos que celebrar.

No me veo por ahí viviendo solo, tal vez comprando compañía; de manera que espero ya casi con impaciencia los nietos para poder malcriarlos y desquitarme así de los hijos, que como todos los hijos, piensan que somos los padres los causantes de todos sus reveses y solo al cabo de los años vienen a caer en la cuenta de lo necesarios que somos, de su importancia si estuvieran presentes y de los muchos momentos que desperdiciaron y no disfrutaron a su lado.

Es la ley de la vida y hay que sufrirla mientras podamos. 

Medellín, 6 de marzo del 2000
Néstor Giraldo Macías

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