Medellín, 20 de enero de 1998
Horacio Velásquez y M.
Marquesado de Yolombó
Me dirijo a Ti, no por los muchos años que llevas viviendo en la tierra de doña Bárbara Caballero y Alzate, Marquesa por más señas, sino porque sé que entenderás mi inquietud y sabrás buscar en los anales no escritos de la conciencia popular, que están a disposición de quienes como Tú oyen sus quejas y están seguros de obtener un bálsamo a sus penas.
En nuestros años mozos (más o menos años 60) tuvimos los niños y jóvenes de la comarca la oportunidad de conocer mundos ignotos, generalmente los domingos y festivos en una esquina del parque (superior izquierda mirando del atrio) donde plantaba su milagrosa tienda el mago Yeyo, hombrecillo pequeño, cuidadosamente peinado “lambido de pa'tras”, impecablemente vestido de camisa de manga larga y pantalones de dril, caja de dientes, con dientes de oro claro está, un cigarrillo colgado de sus labios y una perorata: conozca a Roma, Madrid, París, el Vaticano y toda cuanta maravilla hay en el otro lado del mundo, a través de esta maravillosa máquina… por el precio módico de 10 centavos.
Este vendedor de sueños tenía unas máquinitas bifocales, unidas con cadenas que evitaban los desmadres de los posibles pícaros y en discos giratorios nos iba mostrando las maravillas anunciadas… y en tecnicolor y tercera dimensión; salía uno de allí a comentar las magnificencias de las iglesias, los parques, las ciudades, con grandes conocimientos y con una sabiduría de enciclopedia que nos hacía mirar por encima del hombro a los montañeros de Yalí, los enyerbadores de Segovia, los olorosos a carbón de Cisneros y a los pati-rajaos de Pocoró.
Alonso G. me ha recordado, que entre los discos de fotos había películas de amor, vaqueros, acción, etc. Yeyo sentaba en círculo a los cineastas e iba explicando el “cuadro” que se presentaba en cada película, haciendo una especie de ronda, entre su clientela al estilo que hoy usan quienes juegan simultáneas de ajedrez; narraba a cada uno según la película que estuviera viendo y casi que rogábamos que no explicara aún el cuadro siguiente para mirar intensamente y grabarse el que disfrutaba en ese momento.
El cuento es que Yeyo era un hombre solitario a quien no se le conocía nombre, familia, origen, hijos o cualquier cosa que lo uniera a su tierra; solo contaba con amigos como mañanita, Fonso-compa, ranchero, cus-cus, y algunos otros compañeros de callabajo lugar de residencia (En que casa?). Pues bien, “Yeyo además cultivaba el arte de las musas y componía unas décimas que contaban historias de su terruño. Editaba en alguna parte y vendía a los lugareños a precios módicos, a viva voz iba contando el contenido de ellas; recuerdo con agrado que uno de sus épicos escritos tuvo un éxito inusitado y se intitulaba “Crimen oculto 14 meses en el Comino”, encabezamiento que resumía claramente el acontecimiento.
Nunca, en su época, dimos el valor que se merecían estos escritos, y ahora a la distancia eterna de los años, añoro conocer, releer y aprender todas esas producciones del “Juglar Yolombino” seguro de que buena parte de la historia de mi pueblo la encontraremos allí entre adjetivos almibarados, metáforas desaforadas y crudeza en la narración. Algún homenaje se merece Yeyo, y se pudiera empezar por averiguar su nombre, vida y milagros y hasta donde sea posible rescatar de los cajones del olvido su producción literaria. Ah! Y otra duda: dónde diablos aprendió Francés Messié?
Seguro que dedicarás parte de tu ocupada vida en resolver estos misterios, se despide tu amigo, servidor, copartidario, paisano, unidos a Cristo, la Virgen del Carmen, San Lorenzo Mártir (patrono de las negras vende-chuzos por aquello de la carne asada a la parrilla) y Julita, matrona emblemática protectora de virgos de la región a cambio del suyo propio.
P.D.: estamos en mora de elegir el prototipo típico del Yolombino clásico y se me viene a la memoria la frágil y diminuta figura de Yeyo, pero se me atraviesa la gigantesca y poderosa de Reinaldo Gil y no me atrevo a elegir entre los dos. ¿Será que hacemos una encuesta? Y… Este año sí!!!
Ernesto Giraldo M.